Cada vez que digo no, estoy diciendo millones de síes

Cada vez que digo no, estoy diciendo millones de síes

Muchas veces tememos decir no. Nos han educado para ser obedientes, para complacer a papá y mamá.


– No hagas eso, que mamá se enfada.

– No digas eso, que papá te castigará.

– Como lo vuelvas a hacer, se lo digo a tu mamá (y se enfadará…).


Con estos mandatos hemos ido creciendo, y luego en la edad adulta nos cuesta decir no por miedo a fallar al otro, cuando, probablemente, decirle no al otro, implica decirme SÍ a mí mismo. ¿Por qué nos cuenta tan poco decir sí a los demás mientras nos decimos no a nosotros mismos y nos cuesta tanto decir no a los demás, para decirnos sí a nosotros mismos?


Si tienes hijos, ¿Cuántas veces has dejado de hacer cosas para ti, para hacer cosas por ellos?


Si no tienes hijos, ¿Cuántas veces le has cogido el teléfono a una amiga porque necesitaba explicarte un drama, cuando en ese momento tú tenías tu propio drama que te callaste por escucharla?


¿O acaso eres de los que eligió una carrera para complacer a tus padres, dejando de confiar en ti porque aquello que tú querías hacer “no tenía futuro”?


Son muchas las circunstancias de la vida en las que “nos sabe mal” decir que no, porque no nos damos cuenta, que cada vez que decimos no, estamos diciendo sí a un millón de posibilidades.


Cada vez que les dices un no a tu hijo para hacer algo por ti, le estás enseñando que el mundo no gira a su alrededor, ayudándole a desarrollar la tolerancia a la frustración (ayudándole a desarrollar la corteza prefrontal, muy necesaria para la vida) y además estás cargando las pilas para, cuando vuelvas, poder tener más energía y ofrecerle más presencia.


Cada vez que le dices a tu amiga un “ahora no puedo”, estás cuidándote porque tal vez en ese momento no estás bien y no puedes apoyarla como ella necesita.


Cada vez que les dices a tus padres “no quiero estudiar eso”, estás confiando en ti mismo para hacer aquello que amas y, tal vez otros no le vean futuro, pero tu te sientes bien y cuando uno tiene pasión por algo y trabaja en ello, obtiene resultados. Todos conocemos grandes historias de gente que llegó muy lejos por confiar en sí misma.


Tal vez sea hora de empezar a decir no, para empezar a decir sí. Tal vez sea hora de quererse un poquito más y de confiar. Tal vez sea hora de dirigirse hacia la mala conciencia.

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